Entrando a un año electoral, cobra gran importancia el fetichismo de las encuestas, lo que algunos asesores llaman “sondeo manía”.
La sondeo manía será interpretada así como una obsesiva e inquietante dependencia de los políticos de aquellos números arrojados por las encuestas o sondeos de opinión, realizados por distintas consultoras.
Selección de candidatos dentro de partidos y maneras de gobernar en la última instancia a las elecciones se realizan obedeciendo a la sagrada palabra o números que arrojan los sondeos de opinión o en casos de gobierno a diagnósticos de gestión. Esto lleva hasta el delirio de realizarlas desde el mismo entorno del candidato, lo que es un error absoluto. Ya que las encuestas son algo esencial para el equipo técnico del político en la realización de una correcta estrategia; y una mala interpretación de los números puede ser fatal para el desenlacé de ese candidato. Como expresa Jaime Duran Barba en su ultimo libro: El arte de Ganar, ningún paciente debe hacerse los exámenes a si mismo, diagnosticarse y operarse. Necesita de un medico que a utilizado muchos años de su vida para perfeccionarse. Con un político pasa lo mismo, para realizar y analizar las encuestas necesita de consultores profesionales. Se debe demostrar que le interesa la candidatura como su vida. Con los datos obtenidos, leídos y analizados por profesionales del tema, el equipo del candidato realizara la estrategia de campaña siguiendo la relevante información.
Lo mas usual en las encuestas en años electorales es saber los datos que arrojan en cuanto a la intención de voto, si esta es baja o alta. De ser baja seguramente el político descreerá de esta delante de los medios o acusara de cierta manipulación de los números. Mientras si son favorables se adjudicara esas cifras y las expondrá ante la sociedad como lo mas importante.
Es cierto que toda sociedad tiene una cierta porción de electores indecisos que ante números favorables de un determinado candidato y sobre todo si se estuviese en el tramo final de la campaña, tienden a inclinarse por esa propuesta, ya que poseen el síntoma de exitismo (acompañar el éxito). Aunque esta tesis sea refutada por la que sostiene que ante un eventual triunfo de un candidato algunos electores no asistan a votar por el hecho de creer que su voto no es ya impórtate. A mi parecer en sociedades como la nuestra sigue reinando el exitismo.
A medida que más se acerca la contienda electoral, crece la relevancia de los resultados de las encuestas. Con meses de anterioridad serán de gran importancia para corregir falencias y hasta de estar a tiempo de cambiar rumbos de estrategias, pero cerca de los comicios estos datos son utilizados por los candidatos para demostrar de ser favorables a este, su buen posicionamiento de cara al día del acto electoral.
La utilización de encuestas no esta mal, ya que es una herramienta de vital importancia para saber lo que el elector piensa a cerca del candidato, de su adversario y de los temas más relevantes para la sociedad.
Originalmente las encuestas se aplicaron a la política por iniciativa de medios de comunicación colectiva que pretendían predecir resultados electorales.
Allá por el siglo XIX algunos periódicos norteamericanos intentaron averiguar las preferencias del electorado, consiguiendo un aceptable éxito.
Cuando a mediados del siglo XX las encuestas empiezan a ser una herramienta en las campañas electorales norteamericanas de la mano de George Gallup quien funda una de las empresas mas famosas de encuestas, dándole pie a que surjan otros encuestadores prestigiosos como Elmo Ropper, muchos políticos se inhibieron hasta pensaron que eran cosas de brujos predecir el futuro, pero esto que en su momento como todo lo nuevo causo temor y rechazo, hoy en día es fundamental, siempre y cuando este realizada por profesionales que trabajen con encuestas y sepan interpretar los datos, para poder realizar una correcta estrategia de campaña, para poder acercarse con mas precisión al objetivo.
Las encuestas son tomadas como mensajes para los equipos técnicos de los candidatos, de advertencia, de señalización de debilidad del mismo candidato o su rival, de fortaleza, y sobre todo de oportunidades que deberán ser aprovechadas dentro del periodo de la campaña para posicionarse de la mejor manera.
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